ON DEMAND: 12,5 Watts / @NachoBochinche

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Historia compuesta on-demand basado en las menciones de @NachoBochinche


Noches existen miles y la anécdota de la noche no tiene porque necesariamente correr en un contexto ‘sin sol’. Para mi noche es todo aquello que hay entre el primer whisky y la resaca. 

Eran las 19:00 hs de una ‘noche’ de Febrero, yo esperaba con los hielos derretidos a que llegara el Mota. Hacía dos horas que había salido de la casa.

Yo sé que este hijo de puta vive lejos y tomo mis recaudos. Tales como mensajearlo 3 horas antes o en su defecto decirle que ya llegué al punto de encuentro, desde la comodidad de mi casa.

Tá, a ver, yo estaba parando en un residencial muy cerca del Tundra, tenía todo a la mano. Pero mi enojo no nacía en esperar sino en la conducta típica montevideana de llegar tarde a todos lados. Sobreestiman a los Cutcsa. 

Cuestión, el Mota me había clavado hace dos horas inventando no sé que excusa de que se quedó trancado en el ascensor. Una mentira porque en Las Piedras nadie tiene ascensor, pero bueno, yo tampoco tenía nada mejor que hacer. 


De hecho me convenía parar en el bar, a esa hora estaban los de siempre, los que deciden quienes tocan y medio que los que manejan el microclima de la opinión en Twitter. 

Era una oportunidad gratuita que con el Mota no se hubiese podido dar. 

El wacho era de otro palo, le gustaba el reggaeton y hablar como dominicano, supongo que es el estereotipo natural que cumple un barbero, pero estaba muy metido en su personaje. 

Jamás podría tener una conversación sobre la sensibilidad de Rembrandt o la agudeza de Scorcese con él.


Cuestión que me acerqué con la excusa de pedirle pucho a los capos de mi tupper y charla vá, charla viene, me invitaron unos tiros. 

Yo nunca fui muy de las drogas duras, pero tampoco era ningún novato. 

No me iba a cagar ahora.


Serían las 23:00 aproximadamente, yo tenía un mensaje del Mota hace 15 minutos diciéndome que estaba en la Cagancha cuando estos pibes me pidieron si podía subir a bajar la bocha que tenían en el apartamento ahí en Durazno y Andes.

Supuestamente era porque la novia de uno de los pibes no podía verlo duro y yo iba a encarnar a su primo o algo así, no hice muchas preguntas. Estaba en la posición de prestar favores y no de pedir explicaciones.


Llego, toco timbre, me presento y la piba que ya estaba avisada vía WhatsApp me abre. Le sentí voz conocida pero no hice mucho hincapié en ese detalle.

Al abrir la puerta del depto, no me olvido más, piso 7, apto 3; me recibe la novia del tipo al que estaba queriendo impresionar. A este punto ya se hace medio obvio, era una ex-novia de hace unos años con la que no había terminado todo exactamente ‘bien’. 


Lejos de preguntarme que carajo hacía ahí, me recibió con una simpatía disonante a la frecuencia que esperaba. 

Los 5 minutos que estuve ahí fueron super incómodos, la piba no paraba de decirme lo bien que la pasaba con este flaco y que por suerte pudo superar todo lo que implicaba una relación conmigo y yo no paraba de pensar lo mal que la estaba pasando y la desgracia de todo lo que implicaba relacionarme con este pibe.

Me lo pintó como el más copado, el más multiloco y yo siempre fui terrible fracaso. Indudablemente las inseguridades, la falopa y los asuntos sin resolver me estaban jugando una mala pasada,


Me fui y me subí al ascensor sin pedir ninguno de todos los perdones que tenía atragantados.


Aparentemente eso me engordó el alma porque quedé trancado en el ascensor con 10% de batería y sin saldo. Anclado al despreciado Mota para poder decirle como estaba. Dicho ascensor era un ataud de chapa sólida que no contaba ni con un espejo para brindarme una sensación de apertura, ni una reja que por lo menos me sirva de ventilación o al menos para gritar por ayuda.


La paranoia propia de mi estado y la claustrofobia empezaron a afectarme. Ya no me importaba ni los multilocos, ni el Mota, ni mi ex a unos pisos; solo quería respirar a un ritmo normal. 

La imagen a partir de acá es medio difusa pero recuerdo despertar con un bombero y el Mota al lado cantándome “no tomes, no tomes si no sabes tomar” a las risas.