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 Historia compuesta on-demand basado en las menciones de @flobope 


¿Cómo te da la cara para decir que me queres, si el último recuerdo que tengo de nosotros es entre lágrimas? ¿Te acordas cuando me echaste de la casa? Papá ¿Te acordas que levanté la mesa de la bronca y se cayó el florero al piso?
Papá ¿Te acordas de lo que me dijiste?
“Junta tus trapos y salí a buscar suerte” fueron las últimas palabras que escuche salir de tu garganta, agrietada de tantos años al a intemperie.


Como vos sobreviviste y tuviste una perspectiva diferente de la vida, creíste que yo también podría tenerla.
Yo no me crié en la nada, yo siempre tuve un plato de comida y un techo, desde que nací.
A diferencia tuya, la falta del mismo lejos de hacerme valorarlo, me hizo resentirlo.

Mientras estoy en este limbo me gustaría contarte que si bien resentí al plato de comida, a vos siempre te extrañé.
Que lamento todos los miedos que brotaron cuando te enteraste que tu nene iba a ser mujer.
Que sufría todos los domingos cuando jugaba Bella Vista y no podíamos ir juntos al prado.
Que desgraciadamente sigo mojando la bombilla en agua fría antes de ponerla en el mate, siempre me pareció estúpido, pero al hacerlo siento como tus palabras vuelven a encontrarse en el cartílago de mi oreja “Martu si no le tiras agua fría se te va a tapar la bombilla”.

Viejo, estoy gritando con todas mis fuerzas y aún así no logro ni que te pique la oreja.
Estoy bien, te juro que aunque el electrocardiograma diga lo contrario, estoy bien. Estoy arrepentida, pero esta porquería solo mide el ritmo del corazón y no lo que realmente siente.


Puedo verte empañar el vidrio, puedo sentir como vos también te arrepentís.
También puedo ver que sos el único en la visita. Gracias por no dejar de creer en mí, gracias por seguirme queriendo. 


Voy a hacer todo lo posible para seguir acá, para pedirte perdón, para perdonarte.





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 Historia compuesta on-demand basado en las menciones de @xXxmaKredark 



Serían las 6 am cuando decidí enfilar a la parada. Mate en mano, auriculares calzados y de fondo la música con la mayor cantidad de guitarras eléctricas posibles, lo que sea para escapar de la polución y el ruido de la ruta.

Esta era una de esas mañanas donde no encontré propósito en fumarme 2 horas de viaje para estar siendo el objeto de burla de mis alumnos.
No es que tenga nada necesariamente llamativo o malo en mis pintas, es que enseño en ciclo básico; literalmente estoy en las trincheras de la educación.

Hace 10 años que elegí esta carrera y no me arrepiento de mi decisión de enseñar, pero honestamente las decisiones que he tenido que tomar para poder hacerme un espacio en mi mundo profesional me han hecho dudar muchísimas veces la vocación.
Me quedaría mucho más cómodo dar clases en bachillerato acá en la costa, pero bueno, no conseguí horas.

Me bajé en Avda Italia y Centenario para tomarme el 185 que me dejaba a unas cuadras del liceo.

Al llegar, me acomodé y saqué un pucho de adentro del abrigo.
No llegué a aprendérmelo que alguien se acercó a pedirme uno.

- Hola amigo, no tendrás un cáncer de sobra? - Me dijo esta chica notoriamente desarreglada y pintas de hippie. No juzgo, que se yo, vengo de la costa, ahí el 60% de la gente es así y son lo más grande que hay. Además le veía cara conocida de algún sitio.

- Disculpa, soy Sagitario. - Respondí tratando de decir que no, con un poco de simpatía
-¿Meireles? Soy yo boludo, la Yoli. - Dijo con una sonrisa gigante. Me avergoncé de no conocerla y hasta dudé de que estuviese mintiendo por un puchito, pero estaba en lo cierto, ese era mi apellido.
- ¿Cómo me reconociste? - Dije, intentando hacer tiempo a ver si nombraba alguna época que hayamos compartido y/o que llegase el bondi y me rescate de este momento incomodísimo. Algo era seguro, no pensaba soltar un puchito, era mi pequeña batalla moral y pensaba ganarla.
- Siempre fuiste de hacer chistes que no se entienden mucho ¿Qué te pasó? Tas hecho mierda - Dijo y me resultó gracioso.
-¿Cómo hecho mierda? Tengo todo el pelo en la cabeza, no tengo arrugas y que se yo si bien no me cuido mucho tampoco es que me dejé estar. - La batalla ya no era sobre los puchos, sino por el ego de hacerle entender que yo estaba mejor.

-Tranquilo tranquilo no se trata de eso. Estás re careta, todo vestidito, todo formal ¿Qué pasó con la sátrapa comunista tomamerca que eras? ¿Te acordas que te decíamos aspiradora soviética? Já, ahora pareces uno de esos robotitos modernos de piso que recorren toda la casa buscando miguitas de pan y asustando al gato - De repente todo vino a mi, no era que no recordase a Yolanda, no quería acordarme. Tenía frente a mi el recuerdo vivo de lo que fui y me avergoncé de haber pateado tanto tiempo el hecho de encontrarme con mi pasado.

-Na, me pegué el rescataso. No estoy más para esa, ahora trabajo y esas cosas. Soy profe de historia en ciclo básico. - Respondí entre tartamudeos, evitando mirarla a los ojos. Me achiqué muchísimo al reconocerla.
- Andá? Qué bien. Siempre te gustó la historia y eso. - Me dijo, y sentí como ella también se achicó. Los dos nos habíamos convertido en una realidad que el otro no quería afrontar.



Llegó el 185 y amagué a despedirme pero me dijo que ella se tomaba el mismo bus.
El viaje fue un silencio sepulcral, todos apretados, todos callados y escondiendo el 50% de nuestras emociones detrás del tapabocas.

Hice casi todo el recorrido pensando si era una buena idea ponerme los auriculares o si eso sería una metáfora escapista.

Sobre el Nuevocentro decidí ponérmelos y ni bien torcí la cabeza Yolanda interrumpió mi mecanismo.

- ¿Qué fue por una minita? ¿Qué te hizo pegar el volantazo? - Preguntó Yolanda con muchísima curiosidad, ella si parecía estar queriendo enfrentarse a su realidad.


No podía negarle respuestas, a mi me gusta creer en la gente sin importar su situación. Nadie me creyó a mi en su momento y tuve que batallar el triple para recuperarme, no quería lo mismo para Yolanda.


-No, que minitas Yola si a mi me gustan más los hombres que el vino. Fue un paro cardíaco. Me desvanecí en pleno Gonzalo Ramírez y desperté en la médica uruguaya con pila de cables y vías conectadas. Sabes el cagazo que me pegué - Dije mientras me acomodaba para pasar por ese túnel de cuerpos que me separaban de la puerta trasera. 



Yolanda me siguió y supe instantáneamente que no era una casualidad. Esta no era su parada, capaz ni siquiera el bondi que le servía.
Nos bajamos en el Círculo de Tenis ahí en Lucas Obes.


- Si no me vas a dar el puchito, por lo menos dame alguna respuesta Meire, no quiero más estar en un cumpleaños todo el día y eso del infarto no me sirve, ya me pasó y me desconecté todo para tomarme el palo - Increpó Yolanda y entendí que capaz hoy no tenía que estar en el liceo bancandome el “Meireles acércate y decime a que huele”. 

- Yo que sé, lo primero es que tenes en claro que quieres pegar un volantazo y eso está bien ¿Qué te hace querer cortar? Por ahí capaz que encontramos tu motivación. Vas a necesitarla, vas a tener que abrazarte durante una banda de días a algo que no quieras soltar por nada en el mundo. - Dije, mientras caminábamos para el lado del Rosedal por Buschental. Totalmente contrario a donde tenía que ir, pero eso ya no importaba.

- Mis hijas Meire, tengo 2 y las amo pila. Ahora no puedo verlas porque mi vieja me metió una orden de alejamiento pero me encantaría poder caer un día así prolija como estas vos y jugar un rato con ellas - Dijo y me partió el corazón. 


Nos sentamos y hablamos durante 30 o 40 minutos. Nos colgamos diseñando planes a futuro como hacíamos en aquellas noches hace más de una década.

Ella estaba super emocionada, motivada y embanderada.

- Ya vengo, voy a mear - Dijo  mientras se paraba en dirección a unos pastizales que habían por ahí.
- Na, bancá, buscamos un baño, hay un Mc Donalds cerca - Respondí sorprendido, hacía mucho que no hacía eso.
- No seas manteca boludo. Son dos segundos además no hay nadie a esta hora. - Soltó gritando mientras se alejaba pegándose un pique. 


Pasaron más o menos 20 minutos cuando me empezó a parecer raro.
Me levanté y empecé a caminar más o menos para el lado que ella había ido mientras decía su nombre en voz alta. 


Allí la encontré, estaba teniendo un ataque de epilepsia, creo.
Tenía la boca llena de espuma y en la mano una bocha de 5g.
Entre decepción, miedo y el cariño que le había retomado llamé al 911.

Mientras tanto, recordé que había visto en YouTube que si esto era un ataque de epilepsia tenía que mantenerla de costado y desatrancarle la lengua en caso de que la misma estuviese comprometiendo su respiración.
Hice todo esto mientras le decía que tenía que pelearla, que esta la iba a ganar, que la piba que yo conocía se le paraba de mano a la mismísima parca y la cagaba a palos.
Quería confiar, necesitaba confiar.


Recuerdo que llegaron los médicos y la policía al mismo tiempo.
Para evitar que le extiendan más la orden de restricción, le saqué la bocha y me guardé su falopa.
Sabía que ese tiro me podía salir por la culata. Pero de eso se trata confiar en la gente también.

Me tomaron la declaración sin muchas preguntas de por medio, no solo mi historia cuadraba sino que además en contraste, yo estaba sobrio y tenía pinta de ‘gente de bien’. A la policía le encantan los blanquitos bañados con gabardina.
Les dejé mi número por cualquier noticia y ni bien se fueron me senté exactamente donde estábamos antes. 


Estaba perplejo, no podía entenderlo.
Por un lado, sabía que la misma falopa te invita constantemente a boicotearte, pero por el otro le había sentido muchas ganas de limpiarse, estaba extasiada armando alternativas y planes para contenerse cuando le pintase tomar gilada.

Decidí fumarme un cigarro para digerir mejor el momento y al tantearme el bolsillo del abrigo me llevé terrible sorpresa.

La muy rata me había comido los puchos. 


En ese momento perdí todas las esperanzas en su cambio, dejé de pensar en ella y me puse a pensar en que perdí un día de laburo al pedo, que estoy atrasado con el alquiler y no puedo mandarme estas pelotudeces.

Hasta hoy.


10 minutos antes de sentarme a escribir esto me llegó un paquete del correo.
Adentro había una caja grande de Marlboro y una carta escrita a mano:


“Ojalá que sigas viviendo en lo de tus viejos o que te lo hagan llegar.
Perdón Meire, se me cruzaron los cables y estaba descalza, alto cortocircuito.
Me guardé tus puchos esa vuelta y me re sirvieron. Fueron especiales, cada vez que no aguantaba más la fisura me fumaba uno y me acordaba de vos, de las noches de la adolescencia y de la cantidad de anécdotas loquísimas que tenemos para distraerme. Funcionó ya son 11 meses limpia, lo que sí ahora voy a tener que dejar el pucho, cambié un chupete por otro jajajajaja. 


Gracias.
Yolanda.”



 



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Historia compuesta on-demand basado en las menciones de @nicoale14

 “Como en todas las horas pico, en clarín AM 580 canta el Zorzal criollo, que cada día canta mejor” dijo tímidamente la radio-alarma que no precisaba hacer mucho escándalo para levantarme del catre.

Me arropé con lo primero que encontré -a mi edad ya no hace falta impresionar a nadie- y procedí a mi rutina.

Me lavé la cara, le dí un beso a la foto de Mirtha que tengo a lado de la cama y acto seguido le dije que hoy iba a ser un buen día, como todos los días; ella sabe que le estoy mintiendo, pero creo que le tranquiliza escucharme.


A veces me da pánico mirar a las fotos, no sé si es una cosa de mi generación o qué pero todos salen sonriendo casi de oreja a oreja.
Con las fotos de mis nietos o de mis hijas no me pasa, sus sonrisas son más disimuladas, más tranquilas, más reales.
En cambio mis amigos, mi esposa e inclusive algún que otro familiar tienen una expresión particular en ese fragmento congelado de realidad, me miran como si supiesen que ya no están. Para consolarme me digo que es porque sonríen demás para contrastar su ausencia, pero al igual que Mirtha, reconozco las mentiras en el aire.


Una vez completa la rutina, salgo a caminar como todos los domingos por mi viejo y querido Parque Rodó. Me gusta hacer la vuelta por Gonzalo Ramírez hasta Salterain y volviendo premiarme con un café del McDonalds nuevo. Yo le digo nuevo pero tiene la misma edad que mi rutina, hace 6 años era imposible pasar por ahí a las 7 de la matina. 


Al acercarme a las escalinatas que dan al estacionamiento veo a una botija acobachada en sus lágrimas.

- ¿Que pasa mija? Parece un mapache - Le dije, intentando que mi día tuviese una conversación más interesante que pedirle a alguien el café y un diario.
- Salí de acá viejo verde. - Me devolvió entrecortada por su respiración, propia de un llanto de bronca.


Entendí que no era el momento para hablar con alguien así que solo le deseé un buen día y seguí de largo.


Me senté en la terraza a ver si podía mirar el mar un rato, siempre me transporta por un ratito a esos veranos en Parque del Plata con Mirtha y los gurisas.
Respiré profundo de ojos cerrados a ver si podía robarle un rato de ese momento a mis recuerdos.
Pasados unos segundos abrí los ojos porque unos ruidos me empujaron de vuelta a la realidad.


Al darme vuelta sobre la silla para observar qué o quién me robó el olor a mar y protector solar veo a la botija de las escaleras que con pinta de apurada le pegó una mirada detallada a todo el local.
Hicimos contacto visual, me señaló con el dedo delatando que venía para acá y emprendió apurada marcha a mi mesa.

Tomo una silla entre tambaleos, se prendió un cigarro mentolado y me miró fijamente por unos segundos.


- Mira lo que trajo el viento - Dije, rompiendo el silencio velatorio que nos apartaba
- Vos que ya viviste un montón ¿Explícame por qué me pasan estas cosas todo el tiempo? - Respondió creyendo que yo era omnipresente, como si supiese su contexto.
- ¿Qué pasa gurisa? Contame, no tengo idea de que hablas - Dulce inocencia de las almas jóvenes, creen que todos estamos en su cabeza.
- Nada, que me gusta alguien y siempre siempre que me abro a contar lo que siento con alguien, esa persona se aleja. - Soltó y pude sentir la vehemencia de sus palabras atravesando el tono carrasposo digno de un whisky berreta.
- Uhh que cosa los amore… - Fui interrumpido
- ¡¿Sabes lo que me hizo esta imbécil?! - Gritó y tuve que acercarme el café a la ñata para que el olor de su boca no me maree.
- Ahh es por una pajarita? Mirá que bien, en estos tiempos liberales. - Solté, que se yo, era la primer lesbiana en mi vida que sabía que era lesbiana.
- Una pajerita querrás decir - Dijo y esbozó una pequeña sonrisa mientras se acercaba el pucho a la boca. 
- Mira gurisa yo nunca entendí mucho a las mujeres, yo que sé en mi época el amor era más distante y habían menos instancias para enamorarse. Pero si sé de lo que es amar a una mujer - Dije mientras jugaba inconscientemente con mi alianza por nervios. Hace mucho no hablo con nadie así, sin una transacción de por medio, hace mucho todos mi dialogo eran para comprar cosas o con la persona designada para limpiarme el culo dos veces a la semana.
- Por eso te pregunto ¿Por qué es tan difícil querer a alguien y decírselo y que salga bien? - Ya no me quedaba café y ahora me acercaba el vasito vacío esperando que quede un poco de vapor para no olerle la jeta. 
Yo que sé, al sentarte acá me preguntaste algo sin que yo supiese que era lo que te estaba pasando. También, hedes a alcohol como loca. Asumo que aprovechaste que estando mamada te daba menos miedo y le soltaste todo lo que sentías a alguien que capaz no estaba preparada, ni en el momento adecuado para escucharlo. Capaz también te quiere pero no tuviste en cuenta el momento en el que lo decías, capaz no le interesa o capaz solo es garca. El mundo está lleno de garcas ¿Hace cuanto salían? - Fui duro pero justo, supongo. 
No sé, dos meses capaz. En realidad así exclusivas hace 2 findes más o menos. Casi siempre nos vemos acá, entre semana está ocupada con mil cosas y yo paso poco tiempo en Montevideo. No valora ni las dos horas de Bondi que tengo hasta acá - Dijo retomando el llanto. 
¿Ves? Eso es lo que pasa ahora, me hablaste de ‘exclusivas’ como si fuesen camisetas de fubol.
Todo esto así, este ritual de apareamiento que tienen los jóvenes de ponerse chulos y venir a un baile a chuponear un rato con gente que no conocen me descoloca.
Ven el amor como un producto y encima se lo alquilan entre ustedes.
Hay mucha sobreoferta de amor, por eso nadie quiere amar. Porque amar es entender los momentos de la otra persona, amar es encontrarse en pequeños detalles y convertir los gestos en simples acciones; cosas que no nos pesan hacerlas porque hay alguien más que ayuda a levantar esa carga. - Dije y sobre lo último se me enrojecieron los ojos.



Me tomé un segundo para respirar y recomponerme.

- Perdón si sueno poco esperanzador, yo también estoy haciendo equilibrio entre amar el hecho de poder amar u odiarme por sentirlo.
Hace no mucho tiempo perdí a Mirtha, ella era una mujer espléndida, siempre coqueta siempre simpática y atenta. Era una mina muy inteligente, muy viva y por sobre todas las cosas; me hacía sentir vivo a mí.
Qué se yo que puedo decirte del amor, que no pares de buscarlo y si pasa un tiempo no te desesperes, eso hace que tomes decisiones boludas o te conformes con poco. Es una mierda tener que jugar tocar todas las puertas a ver cual es la correcta, pero mira que vale la pena.
No te desanimes, andá, cómprate un café para vos y uno más para mi. Lavate la cara de paso que va a ayudar a que se te baje el alcohol. - Dije mientras le daba un billete de 200.


Esperé a que no pudiese verme y me fui a la mierda, era mi mujer a la que le gusta hablar con personas. A mi se me cae un huevo.

Capaz que fue descortés y le dió espacio para seguir justificando su sentir.
Pero bueno.


A mi edad ya no tengo que andar impresionando a nadie.








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Historia compuesta on-demand basado en las menciones de @rodriayc


Me levanté, un día más dije y procedí a ponerme el salto de cama y agarrar mi libreta. Intenté describir el paisaje que había en el inmenso ventanal de mi cuarto pero ya no me quedaban palabras para describir propiamente la abundancia. Estaba harto de los pastizales, de los paisajes impolutos y perfectos que nuestro Dios había creado. 

Me persigné antes de dejar el cuarto y abandoné mi libreta debajo del colchón, escondida para que no la vea mi viejo mientras estaba desayunando.

- Mirá quien se levantó. Mirá que te queda poco para dormir hasta tarde. En 364 días vas a tener que estar limpito y a pie de cañón. - Soltó mi padre antes de que siquiera pudiese meterme una tostada en la boca.
- Me quedan más de 520 mil minutos para disfrutar, no me arruines este - respondí y me senté a disfrutar el café que había preparado Marta, ‘la señora que limpia’ en la casa.


Yo siempre fui bueno con los números, pero no me llaman. No tienen alma, no tienen nada que ofrecerme; pero de alguna forma mi padre estaba seguro de que eso era todo lo que yo tenía para aportar en el mundo.


Terminé el desayuno y le pedí las llaves de la camioneta a mi viejo para ir a la playa. Nunca me dice que no y si bien estoy agradecido, me gustaría algún día tener que renegar y pelear con el privilegio de que no nos falte nada. Siento que esa asquerosa libertad me priva de los sentimientos que realmente importan.


Me fui y conduje nosecuantos kilómetros, desde Villa Serrana, hasta la playa mas cercana en Rocha. Iba manejando con la mente en blanco. Tengo este último dato porque tuve que pagar un peaje, nada más.


Decidí frenar en una parte de la ruta que daba justo a la costa atlántica y bajar a mojarme los pies. Necesitaba sentirme humano, sentir el frío disonante de algo más grande que yo y mis posibles influencias.


Al bajar, noto que la playa estaba desierta a excepción de un wacho de mi misma edad con pintas jipis, rastas y un montón de tatuajes; no le faltaba un solo número para cantar bingo.


No pude poner un pie en el agua antes de que me abordase

- ¿como va? - me tiro, acorralándome en pleno escapz
- Acá con una banda de problemas - dije, desinteresado.
- Económicos seguro que no son. - dijo en tono burlón

- Acaso son los únicos problemas que importan? - respondíNo no, pero sin dudas que tu ying es mi yang. Déjame adivinar, estas enojado con tu condición de cheto - respondió con un carisma digno de cagador.
- Debe ser simple que tus problemas se reduzcan a tener que alimentarte y comprarte una Bermuda sin agujeros - dije en con un tono insolente que no pretendía serlo; estaba a la defensiva
- Tranquilo, hay problemas más grandes. Sabes lo difícil que es coordinar todos los chakras - me dijo y de repente tenía toda mi atención. Solo era él y el ruido de las olas. 


Antes de que terminase este relato me interrumpió el cliente.

- disculpa, podes pintar en silencio? - Dijo, matando así el único recuerdo que me queda del amor. Recordándome que el arte es transaccional y que había rechazado las comodidades de mi viejo por vivir de changas y fogatas.


Me retrotrajo a pensar dónde mierda voy a dormir hoy de noche, a planificar estrategias para comer y a entender que esta es la vida que elegí.

En realidad no la elegí, me quede sin opciones 







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Historia compuesta on-demand basado en las menciones de @NachoBochinche


Noches existen miles y la anécdota de la noche no tiene porque necesariamente correr en un contexto ‘sin sol’. Para mi noche es todo aquello que hay entre el primer whisky y la resaca. 

Eran las 19:00 hs de una ‘noche’ de Febrero, yo esperaba con los hielos derretidos a que llegara el Mota. Hacía dos horas que había salido de la casa.

Yo sé que este hijo de puta vive lejos y tomo mis recaudos. Tales como mensajearlo 3 horas antes o en su defecto decirle que ya llegué al punto de encuentro, desde la comodidad de mi casa.

Tá, a ver, yo estaba parando en un residencial muy cerca del Tundra, tenía todo a la mano. Pero mi enojo no nacía en esperar sino en la conducta típica montevideana de llegar tarde a todos lados. Sobreestiman a los Cutcsa. 

Cuestión, el Mota me había clavado hace dos horas inventando no sé que excusa de que se quedó trancado en el ascensor. Una mentira porque en Las Piedras nadie tiene ascensor, pero bueno, yo tampoco tenía nada mejor que hacer. 


De hecho me convenía parar en el bar, a esa hora estaban los de siempre, los que deciden quienes tocan y medio que los que manejan el microclima de la opinión en Twitter. 

Era una oportunidad gratuita que con el Mota no se hubiese podido dar. 

El wacho era de otro palo, le gustaba el reggaeton y hablar como dominicano, supongo que es el estereotipo natural que cumple un barbero, pero estaba muy metido en su personaje. 

Jamás podría tener una conversación sobre la sensibilidad de Rembrandt o la agudeza de Scorcese con él.


Cuestión que me acerqué con la excusa de pedirle pucho a los capos de mi tupper y charla vá, charla viene, me invitaron unos tiros. 

Yo nunca fui muy de las drogas duras, pero tampoco era ningún novato. 

No me iba a cagar ahora.


Serían las 23:00 aproximadamente, yo tenía un mensaje del Mota hace 15 minutos diciéndome que estaba en la Cagancha cuando estos pibes me pidieron si podía subir a bajar la bocha que tenían en el apartamento ahí en Durazno y Andes.

Supuestamente era porque la novia de uno de los pibes no podía verlo duro y yo iba a encarnar a su primo o algo así, no hice muchas preguntas. Estaba en la posición de prestar favores y no de pedir explicaciones.


Llego, toco timbre, me presento y la piba que ya estaba avisada vía WhatsApp me abre. Le sentí voz conocida pero no hice mucho hincapié en ese detalle.

Al abrir la puerta del depto, no me olvido más, piso 7, apto 3; me recibe la novia del tipo al que estaba queriendo impresionar. A este punto ya se hace medio obvio, era una ex-novia de hace unos años con la que no había terminado todo exactamente ‘bien’. 


Lejos de preguntarme que carajo hacía ahí, me recibió con una simpatía disonante a la frecuencia que esperaba. 

Los 5 minutos que estuve ahí fueron super incómodos, la piba no paraba de decirme lo bien que la pasaba con este flaco y que por suerte pudo superar todo lo que implicaba una relación conmigo y yo no paraba de pensar lo mal que la estaba pasando y la desgracia de todo lo que implicaba relacionarme con este pibe.

Me lo pintó como el más copado, el más multiloco y yo siempre fui terrible fracaso. Indudablemente las inseguridades, la falopa y los asuntos sin resolver me estaban jugando una mala pasada,


Me fui y me subí al ascensor sin pedir ninguno de todos los perdones que tenía atragantados.


Aparentemente eso me engordó el alma porque quedé trancado en el ascensor con 10% de batería y sin saldo. Anclado al despreciado Mota para poder decirle como estaba. Dicho ascensor era un ataud de chapa sólida que no contaba ni con un espejo para brindarme una sensación de apertura, ni una reja que por lo menos me sirva de ventilación o al menos para gritar por ayuda.


La paranoia propia de mi estado y la claustrofobia empezaron a afectarme. Ya no me importaba ni los multilocos, ni el Mota, ni mi ex a unos pisos; solo quería respirar a un ritmo normal. 

La imagen a partir de acá es medio difusa pero recuerdo despertar con un bombero y el Mota al lado cantándome “no tomes, no tomes si no sabes tomar” a las risas. 





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Historia compuesta on-demand basado en las menciones de @letifcosta



Inhalé, me vestí y si bien estaba harto de todo.
Decidí que un café iba a lavarme la cara y ahorrarme el cepillarme los dientes.
Tenía mil motivos para desistir pero hoy no iba a ser el día.


Tanteo que todo esté en mis bolsillos y antes de cerrar la puerta doy una vuelta sobre mi propio eje y volteo a darle un beso a Marina. 

El combustible de mi motor, lo que hace que todo tenga sentido. La esperanza de construir en este baldío mental.


Bajo a tomarme el 21 pateando los montones de hoja que alguien juntó hace un rato. Que me perdone pero me transporta a esas tardes de liceo donde no había más preocupaciones que un café con leche y un escrito de matemáticas.
Es lo único que me hace subir al bondi con una sonrisa ligeramente esbozada. 


Al bajar lo mismo de siempre, unas cuadras con la tarjeta en mano mirando el reloj y rezando para no llegar tarde, otra vez. Dudando de que hago viniendo acá. A mi me gustan las letras, nada que ver con una puta planilla de Excel.


La tarde pasó sin mucho; todo era lo mismo.
El glade de lavanda de mi jefa contrastando con el olor a café y curry que se cuela desde la cafetería cada vez que abren la puerta de la oficina y me da un golpe de serotonina. 

Todo era lo mismo de siempre; los escritorios blancos, impolutos.
Las paredes escandalosamente coloridas intentando fallidamente contrastar con el gris pasivo de la rutina, los golpes tímidos de las cucharas sobre los cafés ajenos.


Eran las 11 am y parecía que habían pasado 15 dias desde que marque tarjeta para entrar. No había una sola alma en el cementerio de sueños. 


Hasta que me llegó un mensaje.

Má voy a necesitar ayuda para los deberes de inglés y literatura.


Nunca vi tan colorida la pantalla de mi teléfono, por alguna razón la saturación de todo mi entorno comenzó a brillar. 

De repente la hoja de excel ya no me parecía tan irrelevante. 

Los tímidos golpes de cucharas sobre la porcelana se transformaron en nítidas conversaciones en confianza, chistes internos y pormenores de oficina. 

Me sentía a gusto, me sentía necesaria, me sentía con un propósito.


Abandone mis quejas ese día, entendí que todo lo que soy está construido para ser enseñado y superado por alguien más. 

Que existía un porqué terminar la jornada y no era solamente patear las hojas al día siguiente.


Entendí, viví y desde entonces me lavo la cara y cepillo los dientes.






Martes 29/3/2022



Hace unos días la idea de que tenía que publicar un libro este año me golpeó la jeta bruscamente.

Dejé esa idea macerando en algún borde perdido del parietal y seguí mi vida normalmente; laburar, cocinar, limpiar, salir a tomarme una cerveza cada tanto para conocer un poco más Barcelona, restart.
El fin de semana pasado se me ocurrió que quizás llevar un manuscrito a una editorial podría ser un proceso tedioso y que sin dudas era complicado terminarlo en 2022. Por ende rebajé mis expectativas a al menos estar en diálogo con una editorial.

Dado que llevar las bytes a las letras impresas iba a ser bastante complejo, entendí que capaz esta maniobra tenía que jugarla en mi cancha; en internet.
Hace 11 años que tengo blogs, iniciativas y proyectos que no termino. Blogger se convirtió en el campito del barrio, mi teclado es una pelota desgastada pero irrompible con un huevo al costado.

Como resultado, decidí llevar dos líneas paralelas de escritura.
Una a largo plazo y otra que llene la necesidad de gratificación instantánea, pero que a su vez me ayude a construir una estructura.

Yo no sé como será el proceso creativo de otros escritores pero yo siempre elimino al menos 5 páginas de basura, perdiendo así 2 horas de redacción y edición. 
Decidí que esa basura podría ser al menos separada para reciclar, pero inesperadamente se me ocurrió la forma de compostar toda la basura que produzco:

Publiqué el siguiente post: 



De esta forma, antes de 'escribir en serio', me pongo a pelotear un ratito y caliento motores escribiendo pequeñas historias bajo la demanda de quienes interactúan con ese post. 
Estos textos cabe aclarar que se hacen desde mi teléfono y salen de un tirón. Lo más parecido a una relectura que tienen es una especie de escaneo que hago hojeando los párrafos para ver si el autocorrector no me cagó ningún modismo o lunfardo.